jueves, 12 de julio de 2007

SABIDURÍA Y CARIDAD de Guillermo Matta


A la memoria del Doctor Don Lorenzo Sazie

I.
Una inmortal herencia
Deja en el mundo el sabio
Cuando es veraz su ciencia,
Cuando es veraz su labio.

Feliz quien pisa el límite
Terrestre de esta vida
Con la virtud por Báculo
Y por segura égida
La fé de la verdad
Y siembra en el fecundo
Terreno de otro mundo
Tus bienechores germenes,
Divina caridad¡

II.
Feliz quién su cabeza
En esa almohada posa¡
Allí para el empieza,
Un alba luminosa
Feliz quién en su lápida,
Huella última del hombre,
Entre los hombres célebres
Puede grabar su nombre,
Y muerto revivir,
Mortal divinizado
Que el genio del pasado,
Tipo perfecto en Sócrates
Legará al porvenir¡

III.
Los héroes de la espada
Son hijos de la gloria,
Su punta ensangrentada
Será pluma de la historia.
Ella luce el panegírico
Y cide eternas palmas;
Más otros son sus émulos
Y hay héroes de las almas
Y hay héroes de virtud
Para ellos es el llanto,
Para ellos es el canto;
Cantos y tiernas lágrimas
De amor y gratitud¡

IV.
Quizás es un tributo,
Que el vulgo poco envidia;
Pero es gloria sin luto,
Es triunfo sin perfidia.
Del sabio un nimbo cárdeno
La frente no circuyó;
Su voz no es el estrépito
Que asombra o que destruye:
Crear es su misión¡
El sabio es un ejemplo;
Y su alma es como un templo
Que guarda el tabernáculo
De escelsa religión ¡

V.
¡ Ah, dilo tú, ferviente
Apóstol de lo justo
Interprete elocuente
Del pensamiento augusto¡
¡Ah, dilo tú, solicito
Infatigable obrero
Del bien, del arte medica
Iniciador austero
Y sabio profesor ¡
Tú, que con faz serena,
Tú que con alma buena,
Pusiste siempre en práctica
La ciencia del dolor ¡

VI.
El sabio es como un río,
Que nace en brusca altura,
Y al valle y bosque umbrío
Lleva feliz cultura.
¡ Ah, dilo tú Magnanimo
Espíritu que viste
Tu irreparable perdida
Llorar a un pueblo triste,
A toda una ciudad ¡
Al rico, al pobre al niño ¡
Quien tu filial cariño,
Quién tu saber sin cálculos
Y quién tu humanidad ¡

VII.
Al fin venció la muerte
Al médico abnegado
Al hombre entero y fuerte
Que la hubo desdeñado
La muerte¡ Extraño símbolo
Que oculta un gran misterio¡
Será esta tierra lúgubre
Perpetuo cementerio,
Y eterno abismo del mal?
El más allá es quimera,
Imagen embustera,
Fugaz reflejo, efímero
Del sol de lo ideal?

VIII.
Quién logra echar la sonda
En ese mar oscuro
Que voz hay que responda
A nuestra voz: futuro?
Dó vá el ignoto espiritú
Que nuestro cuerpo anima?
A otra región incógnita,
Que impulso lo sublima?
Y qué ala es su poder?
Qué aliento lo renueva?
Quién a aspirar lo lleva
El inefable tránsito,
El aura de otro ser?

IX.
Enigma, ¿Es falso?, es cierto?
Quien duda?, quién lo sabe?
La duda en lo que ha muerto
Con otra forma cabe?
Filósofos y teólogos
Explican mucho y nada;
Allí los toma el vértigo
Se ciega en su mirada,
Se turba su razón.
Y tiembla la pupila,
La razón vacila,
Y ante la muerte trémulo
Palpita el corazón ¡

X.
Horada las montañas,
Inmensos mares hiende
La ciencia, y las entrañas
De la creación sorprende.
La mente humana rápida
Cual fúljido aerolito
En concepciones súbitas
Alumbra lo infinito:
Su anhelo es magnitud¡
Y esa sublime ciencia
Y esa alta inteligencia
Que pesa astros y bólidos,
No pasa el ataúd.

XI.
Filosofo discreto
Alguna vez siquiera
La muerte su secreto
Te reveló cual era?
Alguna voz simpática
Salio, como un gemido
De un labio cadavérico
Diciéndote al oído
Quien muere va a nacer?...
Si dudas tu tenias,
No crédulo pedías
Sofismas, frases, formulas…
Bastabate el deber¡

XII.
Bastábate esa pura
Fé en Dios¡ esa creencia
Que en la razón fulgura
Que irradia en la conciencia¡
Por mas ligera atmósfera
Tu ingenio se espaciaba;
Era el deber su estímulo
Y la verdad buscaba
En Dios aquí y allá.
El bien es lo divino,
El bien es el camino;
La muerte no es su término
Si el sabio por el vá.

XIII.
¿Y acaso muere?, Acaso
No vive eternamente
Quién halla así un ocaso
Que no es mas que otro oriente?
Quien como tú malévolas
Pasiones ata y rige;
Y quién del hombre mísero
Cura el dolor que aflije
Y alarga la salud?

XIV.
Velando junto al lecho
Del huérfano y la viuda
El tifus en su pecho
Entro su zarpa aguda.
En vano á su frenética
Rabia, que miedo infunde,
Su calma opone el médico;
El morbo horrible cunde,
Cunde el veneno atroz.
Y en lóbrego delirio
Y en bárbaro martirio
Gime su cuerpo exánime
Habla su tarda voz.

XV.
Mas en la sorda lucha
Casi vencido, suenan
Gritos de triunfo. ¡Escucha¡
Salvas el aire o truenan¡
Patriota ese es el júbilo
De la primer victoria
Y en su letargo fúnebre
Raya su luz la gloria
Sonriéndole al morir.
Y mientras lo acaricia
Honra, valor, justicia.
De su adoptiva patria
El pudo bendecir¡∗

XV.
Si todos te lloramos
Da a todos esperanza.
En Dios pues la buscamos,
Inspira Confianza.
Indica á tus discípulos,
La luz que tú has amado.
Para luchar como héroe
Y caer como soldado,
Mártir de la verdad.
Y diles que, en tu ciencia
Una inmortal herencia
Dejas de amor, de lágrimas
Y santa caridad¡

XVI.
Esa es, lo noble y santo,
Nuestra visión eterna¡
Al ensalzarla el canto.
Nuestra alma se prosterna,
Inspira justas máximas
Y esa es sabiduría;
Trae éxtasis magnánimos,
Y esa es la poesía,
La afirmación del bien.
Visión que el hombre adora,
Ciencia, o verdad creadora,
Sobre esa tumba lúgubre
Estatua eterna, ven¡

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